Paella mixta en la isla de Alegranza (I)

Alegranza

De manera, más o menos oficial, puede decirse que Alegranza está deshabitada desde 1970. Fue entonces cuando el último medianero de la isla se vio obligado a abandonarla, después del escándalo generado por la publicación en el extinto diario Pueblo de un artículo sobre las duras condiciones de vida de su familia. Cipriano Acosta, que así se llamaba el aparcero en cuestión, su mujer y sus dos hijas regresaron a Ye, en Lanzarote, siguiendo los pasos que dos años antes habían emprendido los responsables del faro de Punta Delgada, después de que se hubiera automatizado esta instalación. Las risas, las voces y los llantos desaparecieron de Alegranza y la isla quedó a merced de los vientos y de las olas que azotan desde tiempo inmemorial este exiguo pedazo de tierra volcánica de poco más de diez kilómetros cuadrados de superficie. Así, sola y alejada de los grandes flujos turísticos, ha permanecido desde entonces. Como un enorme animal marino surgido del mar, con el que se topan a diario los buques que arriban a Canarias procedentes de Europa. Alegranza es la primera de las islas occidentales que se encuentran en el camino. De ahí, quizás, el origen de su nombre. Dicen Torriani y Abreu Galindo  que Alegranza no sería sino el grito de exclamación pronunciado en 1402 por los mercenarios de la expedición de Jean de Béthencourt, cuando encontraron tierra firme después de un periplo agotador en pos de la conquista de Lanzarote. Una hipótesis que tiene mucho de poético, aunque los hechos de verdad lo desmientan. Que se sepa, el nombre ya aparecía en los mapas que circulaban por Europa medio siglo antes. Por eso la teoría más plausible es aquella otra que dice que el nombre le habría sido otorgado por algún geógrafo de origen transalpino, en honor de una de las dos galeras de la expedición de los navegantes Ugolino y Guido Vilvaldi. Estos dos hermanos italianos partieron en 1291 el puerto de Génova con la intención de encontrar una nueva ruta con la reactivar el comercio de especias, después de que los bastiones cristianos en Tierra Santa hubieran caído en manos musulmanes. Aunque es poco en realidad lo que se sabe sobre la travesía de esta expedición, por lo que parece las tripulaciones habrían alcanzado el cabo de Juby, en el extremo meridional de Marruecos, a pocos kilómetros de Alegranza. A partir de ahí su pista se pierde, por lo que son muchas las teorías que se han escrito sobre la misteriosa desaparición de la ‘Allegranza’ y la ‘Sant’Antonio’. Unos defienden que habrían llegado hasta Senegal, otros que se hundieron después de una tempestad y otros más que los barcos habrían naufragado frente a las costas de la isla. Fuera lo que fuese, lo cierto es que no es difícil imaginar que aquellas dos galeras pudieron haber acabado despedazadas frente de los acantilados de isla, sobre todo ahora que nos acercamos hasta sus inmediaciones. Sigue leyendo